Al fin tuvo que comprender que su sitio no estaba en aquel paraíso, sino en la lúgubre cloaca a la que llamaba hogar. Aquí era feliz y no tenía preocupaciones, le ayudaban y les importaba. Volver al mundo real era su peor pesadilla el dejar todas aquellas comodidades atrás sin quererlo. Aquí volaba a sus anchas por el mundo, pero sabía que en algún momento tendría que bajar y volver a andar con las personas que eran de su calaña. Triste realidad y triste persona por volver.
Ahora está sola, con frío y asustada. Se le hace extraño el ver de nuevo las casas de sus amigos y no ver a Richard, su amor de verano. Sabía que le volvería a ver al año, pero no soportaría el que le abandonase. Acostada en un banco no podía ver nada más que el cielo negro con una sola estrella. Esa era su vida: Sola y condenada al martirio de no tener a nadie cuando sabe que todos juntos son un paisaje hermoso y acogedor. Cerró los ojos y se durmió en aquel frío banco.
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